Mundial de Baloncesto – primera_ronda_grupos – jornada 1
El campeón abrió el Mundial sin angustias. También sin excesiva serpentina. España venció este sábado a Costa de Marfil por 30 puntos, 94-64, en un duelo en el que encarriló pronto la primera victoria en el casillero, pero en el que dejó a la vez la sensación de no apretar a fondo el acelerador en algunos momentos. Y eso, en un equipo de Sergio Scariolo y en una Copa del Mundo que exige la mejor versión desde el inicio, también cuenta en el expediente. Willy Hernangómez con 22 puntos, y Garuba con 12 y siete rebotes dejaron para la estadística las actuaciones individuales más destacadas.
La selección se aupó al primer puesto del grupo junto a Brasil, a la que se enfrentará el lunes a las 15.30 en un duelo de rostro serio. El equipo brasileño venció por 59-100 a Irán dirigida por el eterno Marcelinho Huertas, que a las 40 años llegó a las 100 asistencias en su quinta participación en un Mundial. El peaje para la verdeamarela fue la lesión de rodilla del base Raulzinho Neto, que sufrió la rotura del tendón rotuliano de la rodilla derecha.
Juan Núñez, Abrines, Joel Parra, Juancho Hernangómez y Willy Hernangómez. Scariolo apostó en el primer quinteto del Mundial con el joven base de 19 años como director del juego y con Abrines como escolta en busca de centímetros. Juancho destapó el encuentro con unas dosis de su polivalencia: triple a la cazuela y luego asistencia en la pintura a Willy para un dos más uno. El menor de los hermanos Hernangómez es otro respecto al pasado Eurobasket. Más seguro de sí mismo, más consciente de su valor como bastión ofensivo, como en aquella final europea en la que destrozó a Francia con 27 puntos. Un verano más tarde, Juancho se divirtió en un arranque dulce ante Costa de Marfil. Al minuto de juego otro bingo exterior de Joel Parra ya había estampado el 9-0. La Familia explotaba esa frescura infantil de Núñez para el manejo del balón y la conexión natural de los Hernangómez para encontrarse cerca del aro. La selección africana buscaba las penetraciones sin mucho acierto y más tarde probaba con el juego exterior. Era ese juego imprevisible del que había alertado Scariolo y que permitió a los naranjas recortar la brecha gracias a un par de carreras (18-14) y a que la selección levantó el pie del acelerador. España refrescó la pizarra con un quinteto nuevo en la cancha (Díaz, Llull, Rudy, Aldama y Garuba) en busca de conservar esa intensidad en la defensa que es su alimento imprescindible. Donde no llega el talento ha de hacerlo el sudor. Entre subidas y bajadas, 24-17 al final del primer cuarto.
Garuba es un tanque. Una tremenda fuerza de la naturaleza. Curiosamente sin equipo después de la decisión de Oklahoma de prescindir de él sin ni siquiera un entrenamiento de prueba. Son los caprichos de una NBA que han dejado al pívot con ganas de demostrar en este Mundial que “se han equivocado”. Suya fue la energía de España para seguir con los brazos en alto en unos minutos con Llull de base. Aunque seguían apareciendo lagunas defensivas por las que Vafessa Fofana y Koné mantenían el choque abierto (30-26). Scariolo mandó parar para repasar la cartilla de los deberes. Willy regresó al rectángulo para remarcar la ventaja española en el rebote y surgió Claver de la reserva para apuntalar la trinchera. La diferencia no era mayor porque España se dejaba en el perímetro (4 de 14) los puntos que cazaba por dentro, sobre todo con Willy metiendo hombros (42-28). El nuevo fichaje del Barcelona cerró el primer tiempo con 20 puntos en su mochila. Pese a la superioridad, Scariolo se encendía por alguna concesión de más en el patio trasero y volvió a pedir tiempo muerto a falta de 30 segundos para el descanso. Los mensajes urgentes no pueden esperar ni medio minuto hasta llegar al vestuario (53-34).
España tiene un abanico amplio de posibilidades. Aldama ha enriquecido el juego interior, y Abrines y Claver saben fajarse y percutir por fuera. Juan Núñez se estrenó con sus dos primeros puntos en su rápido bautizo con la selección, y Costa de Marfil comenzó a flojear, incapaz de hacer frente a los golpes que le caían desde cada esquina y sin tanta explosividad para encontrar rendijas en el tablero contrario. El soldado Claver reclamó los focos con un tapón y un par de alegrías desde el triple. La distancia ya era considerable (71-41), pero a España le convenía amasar una buena cosecha de puntos en previsión de posibles futuros empates. Por eso Scariolo sudaba en cada jugada. Y reclamaba a Rudy y Garuba de vuelta a los fogones. Pese a su botín de puntos, Willy se llevaba una pública y evidente reprimenda del técnico en su regreso al banquillo. Faltaba un minuto para acabar el tercer cuarto y el MVP del Eurobasket ya no volvió a jugar. No permite el seleccionador que cada peón no exprima sus límites.
El aplauso de Scariolo, también significativo, fue para Garuba, inmenso en un vuelo para firmar un tapón, decidido a la ayuda y siempre agotando hasta la última gota de gasolina. Cuando se ganó el descanso, su sustituto no fue Willy, sino Aldama en la posición de cinco. Las rotaciones mantuvieron las pilas cargadas (80-57), aunque el acierto en el triple y, sobre todo, la concentración defensiva hasta el último pestañeo quedaran subrayadas en el apartado de cosas a mejorar. Aunque el triunfo no corría peliegro, Scariolo apretó los dientes en cada indicación, consciente de que esta puesta en escena con algunos despistes puede servir para derrotar a Costa de Marfil, pero que será insuficiente ante rivales de mayor tonelaje. Y Brasil, este lunes, ya es otra cosa.
Y un detalle sentimental. Los jugadores españoles lucieron en sus zapatillas, escrita con rotulador, la frase Never too high, never too low (Nunca demasiado alto, nunca demasiado bajo), el lema que utiliza Ricky Rubio como filosofía deportiva y vital. Fue el recuerdo al base después del problema de salud mental que le llevó a dejar la concentración antes del campeonato. Ricky también juega el Mundial.
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